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lunes, 21 de diciembre de 2009

Corazón de campeón

Messi le dio con el pecho, pero siente que conectó con el corazón. Con toda esa afición culé que observó cómo se cerraba el año, a vistas de la mejor versión de su historia. Seis títulos de seis como jamás un club lo consiguió. El rosarino dejo la sensación que marcó ese gol que le faltaba. Aquel que no formaba parte de su manual y menos le hacía sombra a su perfil. Incontables veces birló rivales, en otras ocasiones resolvió en el área, pareció sobrenatural cuando desafió su metro sesenta y nueva de estatura, en la final de Roma, y hasta hizo cosas de Maradona. Pero nunca anotó así. Con esa sobriedad e instinto que solo albergan los grandes y un prudentísimo golpe de pecho. No pensó, porque hay zonas del campo donde no permiten lugar para el ingenio. Solo hay que actuar confiando en lo que te pida la jugada. Leyó a la perfección aquel servicio de Dani Alves, como la noche donde un centro de Xavi les brindó el triplete, y realizó un tanto que dobló aquella consecución. Un sexteto, que invita a mirar, una y otra vez, atrás. Desde ese paseo liguero con festín en el Bernabéu, hasta el sueño cumplido de Abu Dabi; pasando por el épico bombazo de Iniesta en Stamford Bridge, a la inolvidable anotación de Pedrito en Mónaco ante el Shakhtar, donde un pase de Leo enterró para siempre el diminutivo de Pedro. El Barcelona, quiérase o no, esta campaña alcanzó la gloria. Un éxito, que en el fútbol no se podrá superar. Como sentenció el mandamás del club, Joan Laporta, está conquista probablemente la alcanzarán, pero de ninguna manera se podrá dejar atrás. Vivirá en la eternidad.

Quien antes de mandar a sus jugadores al campo frente a los dignísimos leones, que fueron los de Estudiantes, y les aseguró que pase lo que pase seguirán siendo el mejor cuadro del mundo, pero si vencen pasarán a ser eternos, fue Josep Guardiola. Un amante de una profesión, a la que con simpleza le arrebató el balón, como en sus tiempos de recuperador, y con un gran pase le reestructuró los códigos. Esté ganador con disfraz de novato, demostró que no hacen falta años de experiencia para que el saber predomine en el triunfo. Se fio de la cantera, le dio protagonismo a la esencia y armó una escuela. Una clase a la que supo sacar lo mejor de cada alumno.

A su estrella solo le pidió que fuese feliz jugando al fútbol. Hoy en Zurich, le puso broche de oro a su gran temporada, recibiendo el FIFA World Player, como mejor jugador del mundo. Aunque, seguramente su reto más delicioso será brillar en Sudáfrica. A Xavi e Iniesta les tumbó esa barrera que los resignaba a ser protagonistas, formando un mecanismo en que el colectivo prevalezca sobre cualquier individualidad. Con Puyol y Pique, plasmó solidez en el fondo. A Dani Alves le dio una llave llena de confianza, para abrir cuanta puerta le evite el paso por ese largo sector derecho. En el medio defensivo, encontró alternativas tanto en Keita, Busquets y Toure. Ibrahimovic no es Eto´o , y con goles ya se metió al bolsillo al Camp Nou. Pedro reflejó que la persiana sigue abierta para nuevos valores, su tanto del empate ante los de Sabella, fue quizás el gol más importante para obtener el trofeo que hacía falta en las vitrinas del club.

Más allá de los títulos logrados, el Barza echó sobre la mesa un estilo, donde quedó la impresión que siempre disfrutó jugando al fútbol. Se destacó con o sin balón, dañó tanto por dentro como por los lados, mostró la misma lucidez en cada cancha que recorrió, donde jugó y metió con el corazón. Aquel recurso que utilizó Messi para culminar un ciclo que propone, sin embargo, un desconocido final y que sobre el adiós, también exhibió Guardiola. Ese individuo que no pudo contener sus lágrimas frente a una grandeza propia de un equipo, que nunca dejo de ser eso: un verdadero colectivo.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Traigan más vino porque les sobran copas

Dicen que un buen vino nunca muere. Lo refuerza el poder de la eternidad. En estos tiempos y en busca de una página más para ensalzar sus respectivos libros, Universitario y Alianza Lima tampoco. Se encuentran más vivos que nunca. Ambos, disputarán una final después de diez años en la que se prohíbe rotundamente caer. Por ahora, solo los perturba el éxito; esa sensación que selectamente adquieren los grandes. El fracaso no se asoma ni siquiera en un sueño ciego. Serán dos partidos a muerte, entre dos escuelas con propuestas distintas. Uno dispone la defensa más solida del campeonato, el otro al mejor jugador. Los cremas frecuentan buena circulación de balón, mientras los blanquiazules mucho compromiso entre líneas. De no sentenciarse en dos citas, que seguramente poco tendrán de amorosas, pasaremos a la guerra. Una batalla a la que nadie tiene pensado llegar.

En los bancos, tendremos a dos técnicos ganadores que no se alejan de sus líneas resultadistas y, ante todo, exigen mucho compromiso a sus jugadores. Triunfar está por encima de cualquier aplauso. Claramente, convergen en el estilo de juego. Reynoso es más rígido con sus planteamientos y trabaja en base al sistema a emplear. Costas, se acomoda a lo que tiene y no altera mucho su oncena. En el campo, viven los encuentros de manera distinta. El argentino pareciera que pusiese su alma en juego en cada enfrentamiento, mientras el peruano también lo vive intensamente, pero con menos efusión.

Si bien parece una armonía total cuando Alianza encuentra espacios y deslumbra Montaño, todo se puede volver un caos si el balón no le llega con facilidad y sus delanteros ven el blanco de color negro. El veinte victoriano, está destinado a dejar como mínimo dos pelotas claras de gol por partido. Para su bien, sus clientes actualmente están disfrutando del servicio por excelencia que brinda el colombiano. Hoy, el gol les sonríe. Al pensante grone, le atinaron en los últimos encuentros tanto Velásquez como Aguirre, pero habría que abrir un expediente y culpar a la cúpula de puntas que durante toda la campaña erraron definiciones increíbles y quién sabe si, por tanto llevar sus manos a sus cabezas, el clásico “volveremos, volveremos” se hubiese entonado algunas semanas atrás. Es un temor que en el momento de la verdad se debe alejar.

En la “U”, el tramo final del campeonato prefieren manejarlo con cautela. Las abultadas goleadas, que antes no se daban, prefieren mirarlas de reojo. Saben que lo suyo es el juego precavido, equiparado y esa dinámica con la que tanto insistió Reynoso y hoy florece. Sin embargo, están llenando la canasta y anotar siempre será bienvenido. En el fondo, a pesar de las rotaciones aplicadas a lo largo del año, no caben dudas que entre Galván y Galliquio se elegirá al mejor central del campeonato. El “negro” es el referente que tiene Universitario y quien ordena la zona posterior, mientras “Tyson” debe haber jugado su mejor campeonato en el Perú. Ambos, se complementan a la perfección y son el corazón de una defensa que difícilmente se desordena o queda mal parada.

Los clásicos son para jugadores de sangre. Aunque igualmente para aquellos que los desafían con ingenio. Fantasía. Si bien dan lugar para el talento, también puede asomarse lo inconcebible. Lo ilógico dentro de un deporte que cada vez tira menos para lo lógico. Por eso es tan lindo. Quién sabe si nuevamente un centro nacido del tocado botín derecho de Solano, traiga abajo el trabajo más ensayado por Alianza en la semana: la pelota parada. O peor aún sería si “Ñol” despierta su especialidad, rompiendo un partido que se tornó cerrado, y con un tiro libre tape los pocos que vio entrar esta campaña. Porque no un nombre escondido y poco escuchado en los últimos días, como el de Alexander Sánchez, pueda tomar fuerza y hacer honor a su apelativo, robándose el show como en algún momento lo hizo “Wally”. Tampoco hay que olvidar a Piero Alva. El “Zorro” es el máximo artillero que tienen los cremas en clásicos en la actividad y no cometan el error de descartar que pueda volver a dejar su marca. Recordar es volver a vivir y la perla de Henry Quinteros en el 2003, pocos la olvidan. ¿El pato volverá a nadar en el cielo? ¿Se repetirá el cuento del 1999? ¿Costas seguirá siendo sinónimo de copas en el Perú? ¿Quién sabe?

La mesa ya está servida. Solo falta optar por un buen vino. Blanco o tinto. Usted descorche el que quiera y goce de un fiesta que téngalo por seguro será un partido aparte.



martes, 27 de octubre de 2009

Trompeta, picardía y una nueva sinfonía

Concordaron, inesperadamente, en el once que Reynoso eligió para contrastar la pobre imagen que mostró su equipo en la incontrastable ciudad de Huancayo. En un dibujo donde la táctica y los nombres propios variaron por el intocable método de las rotaciones, las garantías que dio Solano a doce pasos del arco coincidieron con la picardía de un joven que complementó la especialidad de la casa, con una notable definición de experimentado.

Raúl Ruidiaz no solo oculto sus evidentes 19 Julios y monedas bajo ese dorsal 9 que, generalmente, lleva el jugador grandote, sino que esa notable acción donde se acomodó a su perfil y definió con balón en curso nos mostró algo más que un clásico encerador del montón. De esos que aparecen cada vez más en el fútbol de hoy. Al disparar con categoría y de media distancia, nos invitó a creer que no solo es capaz de dañar en el área. Al decidir por esa resolución, se quitó una mochila llena de miedo que cargaba por sus cortos minutos en primera y sorprendió como lo hace su mamá cuando lo pone frente a ese tan preferido arroz con pollo casero. Luciendo ese color crema que lo arropa desde que llego al club a los 8 años, encontró ese espacio que tanto estaba buscando y con el gol, o golazo diría yo, pareció un militar antes que un debutante por su poco pelo.

Quien lo asistió y evadió esa nostalgia que con voz baja le susurra al oído que todo tiempo pasado fue mejor fue, justamente, Ñol. Sus 34 años e incontables aciertos a balón parado le prohibieron temblar en lo mínimo ante las incesantes palabras del portero Rodríguez. Solo le sacaron sonrisas, lo desafió observándolo antes de cada ejecución y se la mando a guardar en 2 ocasiones de 2. Efectividad perfecta. Primero a un palo y luego al imposible. Los años le podrán restar otras facultades, pero ese toque de maestrito seguirá siendo inquebrantable al tiempo. Sin embargo, el 24 de Universitario fue más que solo dos penales. Con solvencia para trasladar rápido el balón y mandar el juego a los lados, nunca desentonó. No se llenó de pelotas y se compenetró como cuando hace correr los vientos de su trompeta para acompañar una buena banda de salsa.

Al final nos enteramos que Ruidíaz no quiso hacer un gesto militar. Él, a diferencia de Solano, no prefiere la salsa. El joven crema baila y escucha bachata, aunque para esta oportunidad quiso emular a Michael Jackson, como en aquella tarde de Junio cuando le anotó a la San Marcos jugando para el América de Cochahuayco, por el campeonato de 2da división. Después de marcarle al Melgar, su compañero en la última concentración, Carlos Galván, se bajó unos años y como un niño requirió su talento. Claro está, ahora sin la pelota. Cada una de sus presentaciones se están convirtiendo en una aventura, como la bachata que suele escuchar. Aquella no usa trompeta, pero en la cancha, bachata y salsa se complementan a la perfección. Ruidiaz puede encontrar en Ñol quien lo ayude a crecer futbolísticamente mediante sus servicios, mientras Ñol puede haber encontrado en ese chico desequilibrante quien enaltezca sus pases para conseguir ese objetivo, que equilibre el final de su carrera. Y por tanto un integrante más que aporte en esa sinfonía, que solo se escucha bien cuando se cumplen los triunfos.

martes, 13 de octubre de 2009

El revolucionario Bielsa.

Para cruzar la cordillera no necesito de una buena vestimenta. Solo de la comodidad que le ofrece, hasta hoy, un buzo chileno. Con él implantó una exclusividad, ahuyentó sentimentalismos y en tres largos años consiguió algo más que una agradable convivencia con un pueblo que lo aprecia como si fuera oriundo. Un país al que cuando recién pisó, le transmitió la hegemonía del pesimismo. Un monopolio que invadió y ahogó a millones de almas que respiran fútbol. La poca competencia para asumir el reto Japón y Corea, la deshonra de aguantar el subsuelo del sueño Alemania y el nefasto adiós en la última Copa América, con falta de disciplina y compromiso de sus jugadores, que colocaron de cabeza el hotel de la concentración mediante los efectos del alcohol, proponía ver un cielo negro. Un nublado futuro, sin prosperidad. Sin embargo, apareció una luz de esperanza que con convicción y decisión revolucionó al fútbol chileno. Transformó, radicalmente, un pasado inmediato.

Alguna vez, Marcelo Bielsa, dijo ser un obsesivo del ataque. Pues, el defender se vale de la voluntad de correr, sumada a 5 o 6 pautas máximo, en cambio el juego ofensivo es infinito. Interminable. Y necesita del indispensable requisito del talento. Un elemento mucho más complicado de hacerlo compatible con los demás. Con esa propuesta persuadió a una nueva generación de jugadores que avalado por un gran respaldo dirigencial, fue su tripulación en un barco donde él tomó la brújula, puso dirección y convenció con un modelo ganador con destino a la gloria. Con un formato que al principio costó, pero el tiempo le dio la razón. Ser protagonistas y plasmar el mismo estilo en toda cancha, hoy, tiene a Chile en el Mundial. Hoy, tiene a 16 millones de personas sintiendo, verdaderamente, la felicidad. Hoy, demuestra que Bielsa no es más un loco porque sus ideas se cumplieron, sino más bien un santo milagroso del que Chile llama San Marcelino. Hay amantes de sus métodos que, incluso, lo piden de presidente, aunque él es consciente que los mayores responsables de la hazaña fueron sus dirigidos. “Estoy muy contento, sobre todo porque el grupo de futbolistas ha sido absolutamente fiel a lo que intentamos, me refiero a todos, a los que ahora están y a los que no están. Es un logro de todos ellos”.

Si algo tuvo de presidente fue autoridad. En su momento, la visita de Paraguay a Santiago trajo la incertidumbre a escena. El 3 a 0 en contra sufrido a vistas del Nacional por la 4ta fecha, hizo que la prensa y el público le recriminaran cada decisión establecida. Bielsa no quiso problemas. Volvió el Complejo Pinto Durán en un cuartel y marcó un cortocircuito con la prensa. Pero cómo es el fútbol que a una fecha del final, todos lo adoran. Incluso, los resultados. No solo recibió aplausos en las victorias, sino también en las derrotas. Cuando Chile cayó goleado en casa ante Brasil, el equipo murió de pie. Para esa instancia, el chip de la gente había cambiado. Distinto al de las fechas de apertura. El margen de error había crecido. El público despidió con elogios y su premio llegó la fecha siguiente con una contundente goleada por 4 a 0 ante Colombia. Dirigentes, técnico, jugadores, hinchas y periodistas, ya estaban comprometidos. La mesa estaba servida para un gran asado en honor a la estrella de Bielsa, que no se veía solitaria.

El rosarino demostró ser un entrenador con firmeza. Auténtico. Colocar a Jorge Valdivia a solo 28 minutos del inicio, por Matías Fernández tuvo aspecto de riesgo. Para él, fue una seguridad. El mago respondió y fue el conductor de la inolvidable tarde noche en Medellín. La prematura clasificación fue obra de un autor que no le dio color a su cuadro a última hora, las pinceladas las aplicó durante todo el proyecto. Incluir a Valdivia solo fue el toque final.

Chile ya no sueña, vive una realidad. Después de 12 años está en la cita más importante del mundo futbolístico. Pisará Sudáfrica el próximo año y, seguramente, jugará a lo mismo: A lo Marcelo Bielsa.

martes, 29 de septiembre de 2009

Simple como Jhonny, pero tan distinto como Jhonnier.

Aquellas miradas se congregaron en ese caprichoso tablero que apuntó al 20. Ilusamente, todas ellas, intentaron evadir un acto que llamó a la tensión sin objeción. Al dramatismo. De hecho, el tablero podía optar por combinar los dígitos que desee. Pero el 20, por lo menos esa tarde, se había ganado el crédito de intocable. Nadie hubiera deseado verlo. Sin embargo, resaltó en el aire y apagó una llama llena de inspiración. Una a la que todos echaron de menos. Todos esperaban 13 minutos más de ingenio. 13 minutos más de genialidad. 13 minutos más de armonía. Ese jugador de contextura gruesa y de pasos ligeros y, que por momentos, avanzaba con prisa para luego, desafiando las leyes de la física, cambiar de ritmo, se hizo desear tanto como ese concierto de palmas que le rindió su querido Matute cuando dejó la cancha. Esos 77 minutos plagados de talento, nacidos de su prodigioso botín izquierdo, inclinaron las gradas, prestas al homenaje para quien fue capaz de cumplir con sus demandas de buen fútbol.

Jhonnier Montaño estuvo brillante. Como una estrella que no eclipsó la buena luz de las demás. No canto un gol y, aunque sus pases precisos tampoco los aprovecharon para motivar el rito de gol, con pasos firmes tomó el mando de un carro que tiró para adelante, como un verdadero colectivo. De esos donde se encuentra un asiento para todos. Son contados los partidos donde el accionar individual acabó siendo tan parejo para conducir un equipo como el del domingo. Quizás, los puntas fueron los que defraudaron un poco. Pero en la defensa, el joven Aldo Corzo pidió licencia para ir por ese carril derecho que lo solicitó en pleno correr de sus 20 años, siendo Montaño quien lo engrió dándole, por instantes, el mando. Carlos Solís, inamovible del dibujo de Costas y autor del gol del triunfo, junto a Aparicio, respondió en los cierres de un partido que los contragolpeo. Leandro Fleitas, completó esa solida zona posterior y rindió otra vez, ante el cambio de perfil. En el medio, Jayo mordió como en sus mejores tiempos y fue el motor; el paraguayo González, aún acoplándose al claro 4-4-2, aportó con equilibrio y gasolina, a pesar de su expulsión; y Quinteros, se contagió del colombiano y puso los cambios en los momentos justos, aunque siempre a su estilo.

Montaño disfruta jugando al fútbol. Dejó enterrado en el campo esa apatía que muchas veces lo condenó por su avaro individualismo. Antes, no hallaba espacios con tanta libertad y el factor sorpresa no estaba de su lado. Hoy, sin dejar de ser un jugador individualista, es solidario. Se sacrifica por el equipo y se le nota más participativo que antes. Más involucrado en el juego. Se siente protegido por futbolistas que le trasladan rápido el balón y es, en tres cuartos de cancha, donde se muestra a plenitud. No sorprendió, por ello, la facilidad que encontró ante el Aurich para vulnerar la última línea y filtrar pases al vacío.

Gustavo Costas le simplificó la vida. No solo por liberar a Johnny de ese complicado nombre que es Jhonnier, sino por haberle dado esa simplicidad que a veces le hace falta a un jugador distinto. Le encontró la ubicación y un buen respaldo a su alrededor.

Todavía queda la sensación que le falta EL PARTIDO. Ese que glorifica, aún más, la carrera de un jugador. Ese con el que sueña todo aquel que se siente grande. Para un sueño así, Matute quedaría chiquito. Él quiere ir al Monumental, salir cargado pero no en camilla, y mostrarle la 20 a los hinchas cremas, mientras festeja un magnífico gol con el Comando Sur.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Los 100 de Juan Manuel

Sin mucha libertad para encontrar su camino y condicionado por cubrir una zona, su ímpetu negado le impedía encontrarse con su técnica, y su deseo de alcanzar la línea final se refugiaba varios metros atrás. Entre pasos desordenados y aparente docilidad para atender rivales, no colmaba expectativas. Los pocos espacios que brinda el fútbol italiano, neutralizaron de alguna forma las cualidades que lo inclinaron a deslumbrar en Sudamérica: Temperamento, proyección y buena pegada.

Sin embargo, el tiempo desafió su perfil de lateral zurdo y lo reacomodó en la cancha. Lo adelantó unos metros. Recorrer la banda izquierda, alcanzar profundidad, elevar centros y en algunos momentos decidirse por el gol, con mayor disponibilidad y espacio, hicieron de Juan Vargas un jugador más productivo dentro del rigor que impone la Serie A. Una función de la cual Walter Zenga no tardó en adaptarle desde su llegada al Calcio Catania, para luego salvarse del descenso, y a la que después de recibir muchas críticas, Cesare Prandelli decidió ayudarlo a cambiarlas por elogios, cuando lo ubicó en el bloque ofensivo de la Fiorentina. De pasar papelones como el de Munich ante el Bayern por la Champions, la campaña pasada, el peruano se convirtió en una pieza fundamental en el esquema viola, por su gran recorrido y efectividad por el carril izquierdo.

El último Miércoles, con fuerza, potencia y decisión, Vargas se acomodó en ese tramo final de la banda izquierda para mandar un centro justo hacia la cabeza de Alberto Gilardino, quien con oficio de centro delantero la mando a guardar y sentenció a la Sampdoria. Agradecido con su compañero, no solo por ese envío sino por la buena cantidad que le viene sirviendo esta campaña, un fuerte abrazo sello el partido numero 100 del peruano en el Calcio Italiano. Fueron 69 partidos los que disputó con los colores del Catania y 31 los que lleva hasta el momento defendiendo a la Florentina. 5 marcó en su primer equipo, 3 lleva hasta ahora en el actual. Juan Manuel Vargas es una realidad. Se ganó un nombre dentro de un fútbol acostumbrado a trabar, donde olvidó su principal misión: marcar.

martes, 15 de septiembre de 2009

A rotar cabezas, pero no la punta.

Minucioso con su particular forma de trabajar y efectivo en su intento de transmitir a sus jugadores una metodología, donde el esfuerzo y compromiso equivalen a un plantel sin titulares ni suplentes. Estamos ante un técnico moderno. Frente a un plan dosificador que pide sacar el máximo rendimiento de sus futbolistas. La cantidad de jugadores que más cambio de un partido a otro, fue 5. Lo aplicó en 10 ocasiones. Pero no sólo es capaz de cambiar a algunos. Lo puede cambiar todo. Renovó toda su oncena en la derrota en Ayacucho ante Inti Gas.

A esta altura del partido, parece fiarse en sus convencimientos para llegar a ese gol que le pueda dar un campeonato. Una diferencia que lo mande directo al anónimo vestuario. Como ya lo realizó alguna vez, en su auspiciosa aventura por Tacna. Con oídos sordos a los juicios externos de mal fútbol de los precursores de la estética, pero con su cabeza metida en el día a día del equipo, su continua rotación de jugadores espera ser el certificado que lo titule en el largo libro de campeones del fútbol peruano. Y, de paso, poner en evidencia a aquellos que no siguen su línea resultadista. Cuando llegó propició un equipo con orden, dinámica y sacrificio. En ese momento nadie imaginó que se ejecutaría en base al equitativo plano de las rotaciones. Pero entonces, ¿Qué es lo que busca? “La competitividad. No quiero que mis jugadores vayan a los entrenamientos pensando que serán titulares, sino sabiendo que tienen que luchar por un puesto"

Emergente frente a la intensidad del fútbol riguroso de hoy, la rotación de futbolistas se aplica, principalmente, con el fin de no desgastar al jugador por cuestiones físicas y así asegurar siempre un nivel elevado en cada partido. En 37 partidos, entre las 31 jornadas jugadas hasta la fecha por el torneo local y las 6 por Copa Libertadores, Juan Reynoso, por ejemplo, solo repitió alineación una vez. Fue en la fecha 24 en la victoria ante la San Martín. Un constante y amante del método, Rafa Benitez, encontró la explicación perfecta para la ocasión. Luego de mandar a Fernando Torres al banco, tras haber marcado un hat trick, una semana anterior, trajo a escena una situación cotidiana para explicar su controversial decisión. Comparó al jugador con la nueva tostadora de panes que su esposa compro para su hogar. El técnico del Liverpool, aseguro que si bien la tostadora trabaja con mayor rapidez, su utilidad diaria le quitará efectividad y vigencia, por lo que era normal que de vez en cuando se utilice el horno, para darle el uso requerido después. Pasados algunos minutos le preguntaron si incluiría al punta para el siguiente encuentro y este respondió que también tenía en cuenta a la parrilla. Su amplio número de piezas, le ostenta un horizonte más ancho en posibilidades.

Además, en la medida de lo posible, el riesgo de lesiones pierde frecuencia. Al reducir la carga de partidos que demandan los innovadores calendarios futboleros, la resistencia del talento será mayor. Claro, dependiendo también de las particularidades de determinados jugadores. A diferencia de Puyol o Galliquio, que gracias a sus musculaturas pueden soportar un alto ritmo de partidos, Arjen Robben o Miguel Torres son prodigios a no aguantan dos encuentros en una semana, sin quedar expuestos a una nueva lesión. Dicho sea de paso, Galliquio fue el defensa que más figuro en las oncenas de Reynoso con 28 apariciones. El laboratorio que tiene el AC Milán, oficializó que debido al exhaustivo y personificado seguimiento a sus jugadores, el cuadro rossonero ha reducido en 80% las lesiones musculares en sus futbolistas.

Raúl Fernández, con 29 apariciones, fue el que más arrancó y el, que como confirmando lo que probaron en Milán, terminó lesionándose. En la defensa, además de Galliquio, Renzo Revoredo, con 24, fue quien más salió desde el vestuario. En la volante, el titular entre comillas fue Rodolfo Espinoza, con 23 presencias, y GianFranco Labarthe fue el delantero con 20.

Fernández, no es una tostadora. Galliquio, no es un horno. Galván, mucho menos una parrilla. Cada uno de ellos, sin embargo, es una pieza fundamental de un colectivo que el domingo 13 de diciembre quiere rendirle un homenaje al individuo que habría sido capaz de ese logro: Juan Reynoso

lunes, 14 de septiembre de 2009

10 años en el blanco.

Con Bodo Ilgner como amo de la valla de sus sueños y Santiago Cañizares de sustituto habitual, con 16 años Iker Casillas presenció la sétima Copa de Europa del Madrid frente a su televisor. Nunca esperó que la ilusión, que lo perturbó durante muchas noches, le tocase la puerta solo un poco más de un año después, con la luxación de hombro del alemán y la ida del español. A punta de trabajo, el joven portero se ganó el debut con el buzo del Real Madrid, cuando John Benjamín Toshack lo mando al ruedo un 12 de Setiembre del 1999 ante el Athletic de Bilbao en San Mamés.

A partir de allí nadie le pudo arrebatar ser el escudero de un pórtico tan importante, excepto por Cesar Sanchez, quien en la temporada 2001-2002 le quitó el crédito de titular indiscutible, saliendo en lista desde el banco, incluida la final ante el Leverkusen en Hampden Park. Sin embargo, la recordada lesión de César en ese juego ante los alemanes le dio la oportunidad de poner en evidencia a aquellos que dudaron siquiera un instante de su destreza. Con el título en juego, Del Bosque lo mando al campo y este demostró que no siempre lo más difícil para un arquero es ingresar en un juego ya en curso. Con atajadas ejemplares, cubrió la gala de Zidane y cooperó para que el Madrid logre la añorada novena Copa de Europa.

Su fortaleza de piernas, reflejos inexplicables y sus achiques a tiempo, empañaron de alguna manera su debilidad más notable, en sus inicios: Los recortes aéreos. Cuando el rival observaba que en pórtico del Madrid, Casillas sería el guardameta, planificaba seguir las vías correspondientes que los lleven a abusar de los centros. Con un sin fin de partidos, el canterano notó que su falencia estaba en la decisión. La duda de salir o no a interceptar balones suicidas se interpretó como la principal razón a su desequilibrio profesional. Pero el canterano entendió que no hay mal que dure para siempre. La seguidilla de partidos con el escudo merengue en el pecho y su crecimiento emocional, lo llevaron, con el paso del tiempo, a ser una autoridad en ese rubro. La madurez futbolística alcanzada lo hicieron parte de una serie de triunfos: Dos Copas de Europa, cuatro Ligas, tres Supercopas de España, una Supercopa de Europa y una Copa Intercontinental. En lo individual, ha sido de los porteros más regulares en los últimos años. Junto a Buffon, se ha mantenido a la par en ese escalón superior, turnándose la hegemonía de ser el mejor. Actualmente, el brasileño Julio César pone en juicio su supremacía.

El último sábado en cancha del Espanyol, San Iker, cumplió 10 años defendiendo el arco blanco. Toda una vida pasó bajo los tres palos. Entre innumerables títulos, lamentos y una grandeza profesional, que no se discute tanto por su capacidad como humildad. Alguna vez Paco Buyo, portero histórico del Madrid, comentó que si los porteros no partirían con desventaja para la obtención del balón de oro, Casillas ya tuviera el reconocimiento en su casa. Pero a pesar de los halagos, Casillas nunca se mareó. Siempre fue el mismo. Aquel que desde la tele de su casa sonrió con el gol de Mijatovic y tiempo después con un gran cartel realzó su identidad. Cuando lo incluyeron en el mediático circulo galáctico, el no dijo ser de otra galaxia, sino de su pueblo, Móstoles.


martes, 18 de agosto de 2009

Nube negra en Matute: ¿Maldición o falencia?

Si las maldiciones se rompen cuando las desafían los arrepentidos, se entendería que la suerte surge como un estado mental que marca a la perfección el paso hacia el éxito. Maldición y suerte, dos conceptos muy confusos que pueden ser atraídos por la relatividad en un mundo que para muchos puede pecar, también, de artificial. En el fútbol, estas dos nociones, generalmente, entran en escena para darle razón a la realidad. Dirigentes, técnicos, jugadores e hinchas, por momentos, encuentran en el argumento de la bendición y maldición, o buena suerte y mala suerte, su mejor refugio para justificar los buenos o malos resultados.

Hoy por hoy, a Alianza Lima lo parece acompañar una gran nube negra en sus irregulares tardes por Matute. Pues la falta de gol, indica en el termómetro de la intolerancia que la temperatura incrementa cada vez más. Que ya cansa. Unos creen, realmente, que el balón muchas veces se encapricha con ellos y se niega firmemente a vulnerar el arco del frente, mientras que otros implican a las defensas rivales en sus vastos juicios de mal fútbol. Pero no, a Alianza Lima lo que le falta es algo tan simple en el papel, pero tan complicado en su césped: meterla. Ser contundentes.

Para Alianza, lamentablemente, este mes de Agosto cumplió su ley y cayó de maduro. El fantasma de no poder guardar los puntos en casa volvió con fuerza y nos recuerda a viejos sentidos. Desde la campaña pasada, el registro de puntos en La Victoria vota números muy pobres. De 40 juegos, entre el Apertura 2008 hasta el día de hoy, el cuadro íntimo tan solo ganó 15 encuentros, empató 8 y perdió los 14 restantes; un record que converge, en su totalidad, con la historia que representa un club como Alianza.

Para un cuadro acostumbrado a pelear la cima, salvarse de la baja, sin duda, se consumó fecha tras fecha en un trago muy difícil de pasar. En el trayecto de 26 encuentros jugados el año pasado, se acomodaron tres técnicos en el banquillo blanquiazul. El chileno Miguel Ángel Arrué logró solo 2 unidades de 15 posibles y seguramente entendió que no siempre los retornos son saludables. Por su parte, las 16 de 42 unidades que sumó el venezolano Richard Páez, en su paso por Perú, fueron suficientes para tener que sentir el calor y la tradición que no discute el querido templo de Matute; el seguidor blanquiazul, le refutó cada semana su permanencia al frente del equipo. En tanto, José Soto, en sus dos cortos ciclos, de 21 puntos rescato 16 y amortiguó en corta medida las críticas, gracias al cariño de su gente y su reto de afrontar tres finales de infarto para que su Alianza no deje de ser un equipo de primera.

Ahora, al conjunto de Costas también lo persigue esta maldita sombra. Una sombra que al parecer no solo visitó Matute el año pasado, si no que habita desde algunos años atrás en el barrio victoriano. A Paulo “el churre” Hinostroza, jugador que vistió la divisa aliancista en los años noventa, no le asombra que su ex club no pueda respetar la localía. “En Alianza llamábamos a psicólogos porque se nos hacía muy complicado vencer en Matute. Venía el Unión Minas y nos empataba o hasta ganaba”.

Luego de la amarga igualdad ante los de Cardama, el argentino completo una tabla de 6 partidos ganados, 4 empatados y 4 perdidos, al frente de Alianza. Ante la falencia y esfuerzo, muchas veces insuficiente, de sus delanteros, Costas no entró en titubeos y pidió el gol: Roberto Ovelar. ¿Será la solución? Probablemente. Lo cierto es que a Alianza, no lo regula una maldición ni la mala suerte. Si no, su propia carencia de gol. Pues así como en la vida, en el fútbol cada uno es arquitecto de su destino. Un problema que de repararse le devolverá a su gente alegrías y la certeza que solo te brinda una bendición llamada gol.

lunes, 20 de julio de 2009

Una tendencia de nunca parar.

Se transforma en el bocado perfecto, cuando un sistema está hambriento de gol. O tan vital como el agua, en un juego que tiene aspecto desértico, sin colorido y con tantos metros recorridos. Un recurso que en estos días parece haber ganado sus mejores minutos de fama. Aunque, siempre, estuvo presente. Tan ahí. Como un arma a la que no se le supo encontrar letalidad, para aprovecharla más a menudo.

Cuando las imprecisiones surgen, las mentes se nublan y los carriles se cierran, ¿Qué lo resuelve? La pelota parada. Quieta. Detenida. Como cada quien la quiera llamar. Circunstancialmente, a disposición de un pie bendito, alguna pizarra bien dibujada o expectante de alguna torpeza rival. Para muchos, sabiamente explotada. Sin embargo, a su vez, frecuentemente, se desentiende de una gran cantidad de técnicos y jugadores que olvidan un componente tan propio del fútbol. Pues, continuamente, lo sienten tan ajeno. Piensan que echan a perder encuentros por un medio extra-futbolístico. Si bien se dice que no existen secretos en el fútbol, hasta hoy, ni un estratega le encontró la vuelta. Parece una enfermedad, sin cura posible. La certeza a su prevención aún no está confirmada, por lo que el libro seguirá abierto a la controversia.

A pesar de todo ello, la pelota parada es razón de muchas páginas de fútbol. Tanto de éxitos como de fracasos. Copas del mundo, torneos continentales, nacionales; en fin. Es un tema mundial. Diego Armando Maradona y César Cueto, hicieron innecesario el esfuerzo de incontables porteros que quisieron desafiar sus zurdas; Zinedine Zidane, fue figura de un mundial por dos cabezazos certeros, nacidos a balón parado, poniendo al revés un país entero; la selección griega, sin más que orden y solidez defensiva, sorprendió al mundo adjudicándose una Eurocopa, por medio de un córner eficaz; y Estudiantes, hace una semana, recordó la mística del león levantando su cuarta Copa Libertadores, a base de una delicadeza salida del botín derecho de Juan Sebastián Verón.
Nolberto Solano, un eterno agradecido a ella, coincidió con su valor. “Resuelve campeonatos y títulos mundiales, es parte del fútbol. Vale todo”. Es que, es cierto. Así como en el torneo peruano, Alianza Lima no logra espantar ese fantasma, los cuadros más sobrevalorados del mundo, también sufren los balones detenidos.

Para la estadística, de los diez balones fijos que sirvió el cuadro platense en la definición de la Copa Libertadores en el Mineirao, ocho alcanzaron ser neutralizados por el bloque defensivo del Cruzeiro y las manos del arquero Fabio, mientras que de los dos restantes, uno acabó en la cabeza de Mauro Boselli y por tanto, en el gol del campeonato. A pesar que el mediocampista del club azul, Henrique (encargado de desestabilizar a Boselli), nunca dejó de atender al delantero del pincha, la elevación del máximo anotador del torneo fue tan imponente, que significó reencontrar a la Copa con el río de la Plata, luego de 39 largos años.

Entonces, su diagnóstico continuará siendo indefinido. Muchos, quedarán expuestos a tocar la gloria o quedar en el olvido, por este amplio margen de conquista o error. Los entrenadores podrán desgastar su pizarra, durante toda la semana, pero los partidos serán otra historia. Muy disímiles a lo previsto. Más aun, en un tiempo donde las pelotas paradas encontraron mayor protagonismo. Y si, la frase de Daniel Peredo es concreta. Si no se puede jugando, si no se puede elaborando, aparece ella; tan oportuna, necesaria y propia de un deporte que, por momentos, olvida los caminos del buen jugar.

martes, 14 de julio de 2009

La especialidad de la casa, vino con sorpresa.

Muchas veces confiar y guiarse por los pronósticos del clima es lo más correcto. Algo viable en una materia que muchas veces puede ser tan complicada de avizorar. Más aun, en una temperatura tan desleal como la que nos rinde Lima. Ayer, se presentaron todas las condiciones para poder complementar dos sistemas tan rigurosos como pueden ser, justamente, el clima y el fútbol. Pero no en cuestión de anticipar el nublado cielo que cubrió la tarde de ayer al monumental, sino en entablarlos conceptualmente. En casa crema, no solo se enfrentaron el primero y el segundo, el mejor local contra un gran visitante o Universitario y Alianza Lima, los dos cuadros más seguidos del país, sino dos equipos manejados por dos estrategas que, claramente, idealizan mantener su valla en cero, para secundariamente intentar atacar. Pese a ello, no suelen caminar por la misma vereda a la hora de mirar hacia el arco del frente. Uno prioriza la circulación de balón y dinámica, mientras que el otro, la improvisación. Por tanto, emplear la lógica para anticipar un juego cerrado, con pocos espacios y determinado por marcados detalles, era lo más coherente. Sin embargo, por cómo se desarrollo el encuentro, se puede decir que sobre el adiós irrumpió una eterna incondicional para ambos: la sorpresa. Siendo euforia para uno y desazón para el otro. Sin embargo, más allá de los colores, se demostró que este factor le saca sonrisas al fútbol. Lo hace parecer tan hermoso. Tan saludable. Revitalizante.

Sin duda, pocos especularon con una culminación así. Con tanta emoción, jugándose a corazón abierto en contra del reloj y con una fiesta que cambiaria de dueño en los alientos finales. Si bien se impulsaron dos propuestas preventivas y solventes, los cambios obligados y los goles impensados no formaban parte del menú. Reynoso nunca pensó en optar por un plato tan caliente y picante como el de sortear sus cartas finales a la sutileza del pie derecho de Solano, y soñar con un contacto, mientras que Costas no imagino que el trabajo más ensayado en defensa, durante toda la semana, se consumaría en el costo real de un plato tan caro y amargo. Hasta ahora, le debe costar pasarlo. Es que, el desenlace fue para el infarto. Para los blanquiazules, claro. Sur terminó siendo un velorio y las tres tribunas restantes la fiesta popular.

Es cierto, los de Reynoso pasaron de enemigos del tiempo a grandes aliados. Con falta de creatividad y un ritmo distinto, los dos casi radiográficos cabezazos de Labarthe y Alva, vistieron de gala a Solano. Un iluminado que necesito de dos especialidades para levantar su estadio. El terno de diferente cayó a su medida por dos momentos gravitantes y un par de arremetidas en el área, con un palo incluido. Pero para llegar a ello, la “U” tuvo, sin duda, gran merito al morir en su ley. De tanto incursionar por el sector más libre, el derecho, fue que se llegó posteriormente a destacar la actitud y reacción del equipo, antes que una posible ansiedad, si el tanto de José Carlos Fernández hubiese marcado diferencias. Además, el constante empeño por desgastar la resistencia de Alianza, daría sus frutos con el inoportuno foul de Luis Trujillo. La zona del acto, evidenció que más que paciencia, Universitario nunca abandono su formato. Aquel que vino marcando sus éxitos, en este campeonato, pues si bien el sistema de Juan Reynoso se reguló al instar por la línea de cuatro, la consigna siempre fue la misma: confiar en las presiones para empezar el traslado de balón y atacar por las bandas; mayormente por la derecha. Buscar el desequilibrio de Miguel Torres y Espinoza, y los envíos de Renzo Revoredo, conformaron una labor que cobró premio al final, a pesar de ser sus repetitivas arremetidas, seguidamente imprecisas. Al no haber una individualidad descollante que asombre con algo distinto, aferrarse a la idea fue un consenso. Quedó la impresión que el motivo relevante por el cual nadie porfió por centralizar el juego, se debió al tridente impuesto por Costas. Colocar a Jayo, Ciurlizza y Uribe, como referentes principales de la recuperación, exigía defender a lo ancho del campo. Lo planteado por el argentino fue inteligente hasta cierto momento, en que se renuncio a elaborar e intentar ser prudentes con no cometer faltas cerca del área. Pero para su maldita suerte, su mayor temor vulneró la humanidad y el arco de un aturdido Forsyth. La ausencia de Montaño, de lo más destacado del primer tiempo, y la equivocada variante de Alexander Sánchez, dispuso que la visita sume más gente atrás que adelante, por lo que las intervenciones del golero de Alianza Lima se hicieron más frecuentes. Sin el colombiano se dejo de crear, mientras que sin Sánchez de desequilibrar. La mejor muestra: Ver a José Carlos Fernández como un central más. Galván parecía el delantero y Fernández, el defensa.

Este párrafo aparte va para el novato que ayer se disfrazó de experimentado en el clásico. Lo del portero de Universitario fue categórico. Excluyente para el aplauso. Con la firmeza de enfrentar un juego en la adversidad, el achique que le aplica a Alexander Sánchez, en su primera intervención, pareció ser una inyección de profunda confianza, pues el nerviosismo del seguidor crema al verlo bajo los tres palos del arco merengue, cambió gestos por aquel imborrable cruce que lo llenó de convicción. El hasta ayer tercer arquero de Reynoso, se contagió de seguridad y fue el héroe del equipo. Sus salidas justas, achiques certeros y algunas voladas a tiempo, propiciaron el partido de su vida. Nunca imagino en disputar un duelo de esta envergadura, con solo tres apariciones en primera. Seguramente, si alguien le predecía antes del juego que atajaría el clásico, sería figura y encima, celebraría al final junto a un vibrante marco de hinchas cremas, el 12 crema lo ayudaba, inmediatamente, a buscar un psiquiatra. Alguna vez, Gustavo Roverano afirmó que el momento más complicado para un arquero es cuando tiene que reemplazar a otro. Al parecer, Llontop se olvidó del resto y jugó su partido.

El análisis de la versión 323 del fútbol peruano fue más que productivo. Más allá del juego, que por momentos olvidó de poner la pelota en el piso, se exhibió, notoriamente, que esta clase de encuentros son un partido aparte. Son de otra extirpe. Si bien el trámite pudo pecar de aburrido, el final será inolvidable. Reynoso, finalmente, reflejó su obsesión por la punta, pues su inquietud luego del grito de Alva pudo más que sus palabras. Durante las últimas semanas, muchos intentaron aliviar presiones dando a conocer su hipotética idea de que la cima no los deleitaba. Que el extraño torneo los dirigía por un largo camino, donde todo se escribiría con tinta indeleble en la liguilla final, pues por ahora, un lápiz sería el marcador ideal. Sin embargo, nada de ello era cierto. No era más que una patética cortina de humo, incompatible con la emoción de ser puntero. De sentirse los mejores por un buen rato. Así como en la vida, todo individuo busca el triunfo y si es antes, mejor. Justamente como con el clima, si buscas temprano el cielo encontrarás la luz. Y la claridad. Y con ello, una sucursal con vía directa a la gloria.

sábado, 4 de julio de 2009

Cuando lo caro puede ser barato.

La perspectiva ambiciosa y selectiva que ha idealizado el Real Madrid, asombra a muchos seguidores del fútbol. Para muchos, es el empezar de un proyecto futurista que provoca no querer ni siquiera imaginar a donde nos llevará este deporte en unos años. Si seguirá el transcurso del balón o lo interceptará el avanzado mercado de las camisetas. Al parecer, el negocio le esta restando credibilidad a la pelota. Los traspasos “rompecifras”, las presentaciones masivas y los goles soñados de estrellas que aún no lucieron la casaquilla de su nuevo club, se consuman, antes de tiempo, en la pomada deseada para remediar el año negro que sucumbió al club blanco. Y sus hinchas lo avalan, no es para menos. A muchos no le extraña. En lo personal, no me pasma. Superarse y porfiar lo inalcanzable diseña a la perfección, el futbol capitalista y comercial que se practica, hoy en día.

El retorno de Florentino Pérez al Madrid, ha ilusionado al seguidor madridista y escandalizado al que no lo es. Incluso, a alguno que si lo es. En esta vuelta, sin duda, incursionó con más fuerza. Con la firme decisión de romper el mercado. De acribillarlo. De hacerlo parecer insuficiente. Aunque según él, teniendo en cuenta los errores que lo obligaron a dejar el cargo, aquel 27 de febrero del 2006. Que viene Kaká, que tenemos atado a Ronaldo. Lo cierto, es que la ideología merengue ya esta implorando ver juntos a un cristiano y un evangelista oficializando plegarias en el gramado del Bernabeú. Fueron exactamente 131millones de euros los que entregó Florentino Pérez, en menos de una semana, para porfiar que ambos puedan entablar perfectamente el portugués. Si en su primer régimen utilizó a Luis Figo como bandera, ahora decidió por dos. ¡Y que dos! Al inicio quedó la impresión que si no se optaba por balones de oro, mejor no se fichaba. Ante ello, las críticas no pararon de tocar la puerta del presidente. Las abismales cifras, indignaron a muchos personajes identificados con el fútbol. Arrigo Sacchi, lo designo “el Rey Midas”, aludiendo a que todos los jugadores, los quiere para él; Michel Platini, aún, sueña perturbado; y Joan Laporta, ya empezó a poner clausulas imposibles, en caso algún jugador azulgrana piense en la traición.

Con la hipotética idea de españolizar al equipo, su confabulado cuadro de operaciones (Valdano, Pardeza y Zidane) empezó por Raúl Albiol. 15 millones de euros se necesitaron, para que el Valencia acceda a dar curso con la operación. Está claro, que los esquemas se empiezan de atrás para adelante, por ello, y como era de esperarse, fue el fichaje menos voceado. Con la llegada del central, todo hacía indicar que el acuerdo por David Villa se capitalizaría sin titubear. Sin embargo, de tanto esperar, Florentino apagó las luces de la negociación y rápidamente separó las del Santiago Bernabéu, para que el día 9 de Julio, todas apunten hacia el estreno de Karim Benzema. Justamente el francés, ha sido el elegido para comandar el ataque del Madrid. 35 millones de euros descargó Pérez, más otros 6, en caso de éxitos. Pero, el caño no se cierra ahí. Va por más.

Entre tanto carro nuevo, lo ideal sería saber quién dirigirá este tránsito. Por su bajo perfil y poca capacidad mediadora, el chileno Manuel Pellegrini ha quedado al margen, en cuanto al marco espectáculo. Sin embargo, su voz y mando será fundamental para llevar este barco a la deriva. Los 4 millones pagados por él, al Villareal, han dado muestra de la confianza depositada en el técnico, para armar un funcionamiento arrollador. Títulos, show y estar presentes en la final de la Champions, a disputarse en el Santiago Bernabeú, son los principales objetivos a los que apunta el club para esta temporada. Van por todo. En sus manos, está el futuro del proyecto.

Hoy se puede decir que, estamos expuestos a mirar el juego de esta forma. No digo que este bien o mal, simplemente, es la nueva postura. Contagiante, por cierto. Y en este mundo, Florentino Pérez ha encajado a la perfección. Mejor imposible, diría yo. Su formato de manejo, enfatizado en acceder a números categóricos por un jugador, le ha resultado a las mil maravillas. En su primer ciclo, gastando por tanto galáctico, la economía del Madrid apunto para arriba. Ahora, empezará a imitar con lo mismo. Promocionar el dorsal 8 de Kaká, impulsar la gira del equipo de cara a lo que será la campaña e ir palpitando el número de aficionados que irán a la presentación de Cristiano, forman el primer paso. El resto, lo tendrán que enrumbar Pellegrini, Cristiano, Kaká y compañía.

viernes, 26 de junio de 2009

El guerrero solitario.

Contempla a gran parte de Arequipa por su solidaridad y compromiso con el cuadro más importante de ciudad, vuelve loca a muchas defensas del torneo local y es para muchos el delantero más determinante del fútbol nacional. Con un físico impecable y con las mismas fuerzas de siempre, sus decorosas actuaciones demuestran que es un jugador vigente. Actualmente, los 32 años que carga de mochila Ysrael Zuñiga, no son impedimento para mantener un rendimiento notable. Jugar a buscarse los espacios, a encarar por los lados o a resolver de espaldas al arco, su productivo manual a la hora de observar su horizonte de gol, ha hecho de él un delantero solvente y eficaz. Su técnico Claudio Techera tiene claro que es la bandera del equipo y el distinto cuando hay que mirar al pórtico del frente.

La irregularidad de Melgar este año no es un secreto. Con un cambio ideológico total, donde se priorizó el mantener un plantel con una media baja en edad, los rojinegros han tenido que asumir ciertos riesgos. Aunque, ciertamente, es un proyecto que carece en los equipos de nuestro fútbol, y se le valora, en esta etapa del torneo puede estarle pasando la factura. Su más cercano recuerdo a lo que significa sumar de a tres, remite a la victoria por 2 a 1 ante Bolognesi en casa, por la fecha 14 de la Copa Cable Mágico. Es decir, han pasado cuatro fechas sin celebrar triunfo alguno. Y tal record negativo, no lo relaciono a lo dispuesto por Techera en los últimos partidos. A mi parecer, el uruguayo leyó acertadamente los encuentros y fueron descuidos en defensa, el costo real por el cual se quedaron sin nada.

A pesar de tal situación, Zuñiga sigue sobresaliendo. Es decir, así el cuadro dominó logre cualquiera de los resultados posibles, él destaca igual. Últimamente, en derrotas. ¿Extraño no? Se dice que cuando un equipo viene mal, todos van mal. Sin embargo, el arequipeño converge a esa teoría. No convive con el declive de Melgar. Para él, mirar el arco rival o ingeniárselas para complicar la valla adversa, siempre va a ser el único enlace perfecto entre su mente y sus pies. Una virtud que muchas veces tiende a ser obstaculizada por el énfasis y rigor, en que disponen los estrategas contrarios para neutralizarlo. Muchas pizarras rivales en el campeonato local se disponen en base a sus movimientos en ataque. Su fuerza y marcados movimientos, normalmente, convocan una marca férrea y personal en él.

Pese a ello, en lo que va del año lleva marcados siete tantos. Sus víctimas: San Martín, CNI, Cristal, Vallejo, Bolognesi, Cienciano y Total Chalaco. Entre los encuentros más destacables desde su regreso al fútbol peruano, habría que destacar algunos. ¿Porqué?: marcó diferencias. Por la fecha 5 en el Monumental ante la Universidad San Martín, donde saludo por primera vez a la red, su actuación fue el remedio honorable para maquillar el contundente 3 a 1 que recibieron frente a los de Rivera. Por la fecha 11 contra la “U”, en Arequipa, lo del zurdo fue mortificante. Luego de originar diversas situaciones con el fin de desnivelar el tablero, sobre el final, Manuel Garay ahogó el grito de penal que la mayoría de presentes en la UNSA, no tardó en reprocharle. La enorme falta que cometió Carmona en el área crema, hasta Reynoso la daba por pitada. Una jornada después, los rojinegros prolongaron la racha negativa de Sporting Cristal a cuatro. La soleada tarde que inspiró a Zuñiga fue el lustre perfecto para la descollante actuación que realizó el 9: anotación, una elaborada asistencia de gol a Méndez y un vergonzoso recuerdo para el zaguero Alejandro Gonzáles que difícilmente podrá olvidar. Nunca lo agarró. Cristal 1-Zuñiga 2. En el primer clásico del sur, su esfuerzo y empuje en la segunda etapa, quizás, fue la razón principal del empate a dos. Después de abrir la cuenta, quedó la sensación que si el árbitro daba cinco minutos más, el triunfo se quedaba en la ciudad blanca. Finalmente, contra los de Alzamendi se demostró que el fútbol es un juego colectivo. Un golazo para museo (1-1), pase gol a Aranibar(2-2), para muchos jugador de la fecha y Total Chalaco venció por 3 a 2. ¿Lamentable o frustrante? Gran controversia, mejor lo dejo a su juicio.

Se puede decir que, de aquel chico de 22 años que sorprendió los esquemas más sólidos del fútbol peruano con 32 goles de archivo y de ese experimentado delantero que retorno por primera vez al club que le brindó un nombre en el mundo deportivo, para coronarse como goleador histórico de Melgar, cambiaron muchas cosas. Ahora, cumple con una obligación más allá de los goles y los records. Hoy, es el distinto y el punto a partir del cual gira el funcionamiento de su equipo. Para el sábado, Costas y compañía ya deben estar tomando las medidas. Que se cuide Forsyth.

sábado, 13 de junio de 2009

A un paso de la obsesión.

La consecución de Atenas 2004 fue su moneda de cambio frente a la ilusión colectiva de un país, que soñaba a ciegas con tocar un cielo que oscureció antes de tiempo, en el mundial de Corea y Japón 2002. Un sueño social, que se arruinó en el trámite de lo impensado. El inminente adiós de Marcelo Bielsa, tras la corona olímpica, marcó hasta al más influyente prócer del fútbol argentino. Sus constructivas conferencias dejaban lecciones como esta:
"Los momentos de mi vida en los que yo he crecido tienen que ver con los fracasos; los momentos de mi vida en los que yo he empeorado, tienen que ver con el éxito. El éxito es deformante, relaja, engaña, nos vuelve peor, nos ayuda a enamorarnos excesivamente de nosotros mismos; el fracaso es todo lo contrario, es formativo, nos vuelve sólidos, nos acerca a las convicciones, nos vuelve coherentes. Si bien competimos para ganar, y trabajo de lo que trabajo porque quiero ganar cuanto compito, si no distinguiera qué es lo realmente formativo y qué es secundario, me estaría equivocando."

Con sus conceptos siempre claros y con un nuevo aire, dejando en el olvido el lamentable capítulo asiático, el reencuentro con la línea lateral de un campo de juego se hizo esperar. Pasaron un poco más de tres años para que Harold-Mayne Nicholls, sucesor de Reinaldo Sánchez como presidente de la asociación del fútbol chileno, lo contrate como nuevo técnico de la selección. Un proyecto serio que, a pesar del millón y medio de dólares cada año de contrato, se convirtió en el negocio más rentable para Mayne Nicholls y el fútbol chileno. Tener a Marcelo Bielsa en el banquillo chileno, aseguraba un elemento grande en convicción

Desde que pisó el complejo Juan Pinto Durán, sus ideas entraron como plegaria en las mentes de una renovada generación de jugadores, que el mismo acomodó y amoldó a su propio formato de juego. El convencer a cada una de sus piezas para integrar un modelo donde el protagonizar y dominar en todo campo de juego, a inicios costó, pero el tiempo le dio la razón. El formar una especie de cuartel y originar un cortocircuito con la prensa, fueron algunas de las limitaciones que tuvo que decretar para cumplir con su objetivo de construir un grupo centrado en sus pretensiones.

A base de disposiciones tácticas como el conformar una línea de tres, para transmitir a sus jugadores que la mayor cantidad de situaciones de peligro se logran por los lados, o el propiciar actuaciones de jugadores por encima de sus niveles mostrados, fueron características esenciales que idealizaron a encontrar una identidad de juego; las presiones constantes y el elevar rendimientos de jugadores de medio filo, como Gonzalo Jara o Roberto Cereceda, complementándolo con el talento de Matías Fernández, Alexis Sánchez o Humberto Suazo, hicieron posible un ofensivo sistema de juego.

Actualmente, Chile se ubica segundo en la clasificación de las eliminatorias sudamericanas. Es decir, a una victoria de colarse en el éxito. En una presencia mundial, luego de dos ausencias. El método riguroso de un técnico que regulariza hasta el más mínimo movimiento de sus propios jugadores en Pinto Durán, evidencian un trabajo moderno. Capacidad, pasión y su conocida obsesión por los videos son algunas virtudes que gradúan al argentino. Un conocimiento que privatizó hasta el mínimo intento de Lionel Messi de desequilibrar en el Nacional de Santiago. Su modelo protagonista y solidario, logró evitar pretensiones rivales.

Marcelo Bielsa convenció a un país entero que su estrategia fue certera. A solo 4 fechas para el final, con el pasaje a Sudáfrica en el bolsillo, merece que todo el pueblo sureño lo homenajee como el hombre del año.

miércoles, 10 de junio de 2009

Granate, el nuevo color de la esperanza.

Actualmente, en Sudamérica, muchos enaltecen el trabajo serio que maneja el Club Atlético Lanús. Una institución ordenada, con coherencia y confianza en sus bases estructurales. Una estabilidad que demuestra, que el éxito prospera de lo prudente y seguro. Desde aquella consecución de finales del 2007, donde el cuadro granate conoció por primer vez la gloría, el proyecto de formación de menores y equilibrio en cuanto a ventas e ingresos económicos evidencian que las cartas, y los valores del club sureño, están echadas a depender del fruto que puedan propiciar sus nuevos talentos, con alto grado de exportación.

Recordar aquel festejo en la boca, aún se hace agradable. Durante todo el Apertura 2007, Lanús demostró lo que es jugar al fútbol, pues no solo dio una lección de buen juego, sino que también, aclaró que aún se puede ser campeón pensando en el balón antes que en la pizarra. La perseverancia y el insistir de un técnico como Ramón Cabrero, lo llevaron a encontrar sucursal al cielo. Con un plantel liderado por un puñado de jugadores salidos de las inferiores del equipo y secundado por experimentados como Bossio, Graieb o Ribonetto, el fundamento y el largo formato idealizado por la directiva, finalmente, alcanzo techo. Lo priorizado por Cabrero, estratega y primer creyente de lo que el mismo fomento en las divisiones inferiores del club, desembocó en lo que preparó y en el mejor campeón de los últimos años, en lo que respecta a torneos cortos de argentina.

El crecimiento de figuras como Diego Valeri, Matías Fritzler, Agustín Pelletieri(vendido al AEK Athenas) Marcos Aguirre(vendido al Vallalodid) o Lautaro Acosta(vendido al Sevilla), sumado a la experiencia en la zona posterior y la contundencia de la mejor compra de la historia del club, José Sand, propiciaron el empezar de una era. Un marcado ciclo con fundamento y credibilidad para confiar, tanto a corto como a largo plazo.

Con el adiós de Cabrero, su ayudante de campo, Luis Zubeldía tomo la posta; hasta en el estratega se priorizó la juventud. Una fuerte lesión en su rodilla izquierda, hace algunos años atrás, ahogo el sueño de Pekerman y Tocalli de transformarlo en el próximo volante central, a futuro, del fútbol argentino. Sin embargo, su rápido despido de las canchas, con solo 23 años, lo albergó mejor fuera de ellas. Al borde de la línea lateral, la fortaleza lo contempla cada fin de semana, cuando el equipo de ciudad se echa a jugar. Primero junto a Cabrero, ahora a su juicio. A sus 28 años, comanda con autoridad la tabla de posiciones del torneo argentino. Con la base del cuadro de Cabrero, Zubeldía ha logrado compenetrar algunos otros juveniles que incluso ya robaron cartel en Europa. La confirmación de Sebastián Blanco en la medular, el acoplo de Eduaro Salvio(categoría 90), en el desequilibrio, o la aparición de Emir Faccioli(89), en la zaga, alimentan aun más el ideal del club y forman parte del sueño colectivo de poder , en estas tres finales que quedan del Clausura, formar parte de la nueva historia de Lanús.


En un corto tiempo, relativamente, este cuadro del sur de Argentina ha conseguido encontrar y marcar su línea del triunfo. Con un método práctico y sin revolucionar tan abruptamente su plantel con miras al torneo entrante, en la actualidad, mira desde arriba el torneo local. Sin duda, luego de esta gran mitad de año, la consigna estará en mejorar su participación en la Copa Libertadores, ya que sus dos participaciones en los dos últimos años no colmaron las expectativas.

Lanús es un diferente en la irregularidad del fútbol argentino. Su idiosincrasia y sustento de equipo moderno, lo convierten en un cuadro modelo. En un espejo para todo club que quiere pensar en grande y desarrollar. Se dice que los objetivos son marcados por resultados y el granate ya los empezó a lograr. Si bien es cierto, la grandeza de un club la estampan sus trofeos y años de gloria, Lanús nos dice que nunca es tarde para soñar.