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jueves, 2 de abril de 2009

El loco, fue el partido.

Una inocente expulsión, transformó el juego. Lo volvió loco. La previa daba motivo a especular y a rendirse ante dos moldes distintos que sustenten porque sería el partido de la fecha. Chocaban en un Nacional de Santiago, imponente desde que volaron los boletos antes del show en Lima, dos cuadros que hace mucho tienen claro a donde van, a lo que juegan. Se ironizaron muchos duelos. El protagonismo contra la garra, el detallista de Bielsa ante la inteligencia de Tabárez, el cuarto frente al repechaje. Algo esperado en el fútbol de hoy. Lo cierto, es que como se dio el juego lo más simple era hablar del Chile - Uruguay.

La propuesta de Bielsa fue parecida a como triunfó en Perú, pero con una línea de tres en el fondo. Enfocándose así, en atacar en multitud y por los lados con el objetivo de meter al rival en su campo, por medio de presiones que contrarresten los contragolpes rivales. Lo de Tabárez, sin duda, fue cauto. Con un modelo menos ofensivo que el que arremetió en el Centenario, se idealizo en priorizar la tenencia del balón y barajar las llegadas locales por medio de presiones. Dichos ajustes, fueron fundamentales para que Chile solo logre tener profundidad en una ocasión, luego de un gran desequilibrio de Suazo por la izquierda que Alexis Sánchez estrelló en el horizontal.

Sin embargo, el formato del partido cambio. Se rompió. Un encontrón propio de un juego intenso, propicio que Héctor Baldassi, de un pobre rendimiento, echara del campo a un jugador vital en el planteamiento de Bielsa, como es Mauricio Isla. El del Udinese, que venia de volver a deslucir el trabajo de Vargas el Domingo, recibió su segunda amarilla tras derribar a Diego Pérez en una jugada que no merecía la confirmación. Isla, para este juego, dejó de ser un fijo en la línea de atrás, ya que mientras estuvo en la cancha fue el nexo perfecto para empezar la ofensiva, juntándose mucho con Alexis Sánchez y Humberto Suazo. Por derecha, tuvo una actuación decorosa.

Ante esto, el juego recibió un cachetazo. Sucumbió. Solo habían pasado 33 minutos de encuentro. Los roles cambiaron y se abrieron los espacios, de tal forma que ni el ingreso de Manuel Iturra por Bousejour, pudo neutralizar el hombre de más que beneficiaba a los celestes. Al instante, Tabarez terminó de inclinar el partido a su favor, optando por la joya que tiene Nacional, es decir Álvaro Fernández. El sacrificado fue Diego Perez. Entraba un mediocampista de ataque por un defensivo.
Finalizó un primer tiempo con Chile replegado en su campo y con un Uruguay dueño del protagonismo del partido. Los cuatro fantásticos que tiene la selección roja, arriba, seguían el juego a pura vista.

Esos últimos 15 minutos finales de la primera parte, no convencieron a Bielsa. Razón suficiente para tener que reestructurar. Quien había ingresado, Manuel Iturra, saldría para darle paso a un fijo en las últimas alineaciones del argentino, Roberto Cereceda, quien manejaría todo el sector izquierdo. De ahí en más, el partido no se pudo nivelar. La cantidad numérica, hacía evidente que la visita iba a su ritmo. Por medio de Suarez y Forlán desde lejos, conmovían a Bravo. Justamente, el portero local se convirtió en figura del partido. Saco de todo. Uruguay lo intento a punta de desequilibrios, donde Cristian Rodríguez fue el principal exponente, convirtiéndose en el enlace de los dos de arriba. Luego, el ingreso de Sebastián Abreu y después de Edison Cavani, evocaron a intentar por el juego aéreo. Tabarez a cinco del final tenía cuatro atacantes en el campo. Finalmente, la opción de Rodríguez a “quemaropa”, el penal que se comió Baldassi y el cabezazo desviado de Abreu, sepultaron el encuentro. El resultado no se movería. El 0 a 0 fue intocable.

Quizás el dominio en la primera parte de Chile y la ansiedad de Uruguay por meterla, durante una hora de fútbol, sintetiza lo visto en Santiago. Bielsa se dedico a mantener la paridad, aferrado a las manos de Claudio Bravo. La estrella solitaria que tuvo, hoy, Chile cuando el partido moría . En tanto, Uruguay lo intento de muchas formas. Si daban unos minutos más, quien sabe si la fiesta hubiese sido celeste. La sensación de los minutos finales reflejo que los de Tabárez perdieron dos puntos y los de Bielsa salvaron uno, en un juego que Baldassi determino.