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jueves, 11 de septiembre de 2008

Tranquilidad, no victoria.

Hace unos meses, cuando la selección nacional disputó sus respectivos encuentros clasificatorios ante Colombia y Uruguay, vimos un equipo sin actitud, orden y mucho menos, buen futbol. Quizás tuvimos las ganas de emplearlo ante Colombia, pero lo olvidamos en Montevideo. Hoy, se puede decir que hay otro aliento en la selección. Luego de los encuentros contra Venezuela y Argentina, cada crítico e hincha puede afirmar que el cuadro de Del Solar propone buen posicionamiento, un fútbol aceptable y lo que más se les pide, entrega.

Ayer en el Monumental, nuestra selección jugaba contra una de las mejores selecciones del mundo, tanto individual, como colectivamente. Sin embargo, no pareció eso. El formato táctico mostrado por el técnico nacional, dejo a entrever que era un tema solo para tocarse en la previa, ya que Perú estaba jugando en casa. El equipo conforme con los cuatro puntos obtenidos, demostró que esta con hambre de triunfo y con ansias de revertir la mediocre situación, a diferencia de lo que se transmitía a principios de la eliminatoria.

Se corría el segundo minuto de adición, mientras muchos peruanos sentían que todo estaba acabado y que el mismo error de siempre estaba por confirmarse. Es más, se evidencia con la disminución de público en las tribunas del Monumental. Sin embargo, el futbol ofreció reflejar porque es tan lindo. Una corrida para el recuerdo por parte de Juan Vargas desde atrás de la media cancha, impulsada por un aire alentador de Rengifo, termino en un justo centro rasante que pesco Johan Fano para mandarla a guardar. Si, Perú estaba logrando lo que tan constantemente nos sucedía a nosotros. Esa corrida de Vargas con el corazón en la mano, sintetizada por el gol de Fano en otra ocasión hubiera tenido destino en el arco de Butrón. Para nuestra suerte, la anotación desahogo el grito de tantos peruanos que tan guardado lo tenían.

El negocio del partido estaba muy claro. Se basaba en que el mecanismo de Basile no encontrara las sociedades adecuadas, es decir, interrumpir el juego colectivo que se pudiese formar entre la primera línea de volantes formada por Gago, Cambiasso , Battaglia y Zanetti con los tres predilectos de arriba, o algo mucho peor: que esos tres talentosos se comprendan. Para nuestra suerte, nunca llego la luz y el cortocircuito era evidente. Lionel Messi demostró que necesita de un hombre de área para aparecer solo de marcas y empezar a jugar. Además, se le vio con intenciones de aplicar desequilibrio por el medio sector, pero su juego pasa por los lados y más aun, por el derecho, donde aplica su desequilibrante diagonal a pie invertido que pocos pueden controlar. Sergio Agüero evidenció que no es un centro delantero y que su juego pasa por desestabilizar a los defensores para encontrar suerte. Mientras que Riquelme, nunca encontró los caminos óptimos por donde lograr pases al vacío o espacios para disparar al arco.

De esta forma, Perú por fin encontró tranquilidad, más no la victoria. Ojo, aún no hemos ganado nada y como sabemos la ilusión es el mayor defecto del hincha peruano, por lo que cometeríamos un grave error si esto no lo vemos como un partido más, aparte de los diez restantes. Por ende, falta mucho, se jugaron dos encuentros bastante aceptables, por lo que se encuentra un aire alentador para viajar tranquilos a La Paz y Asunción. Por ahora se puede respirar.