Red Bull Music Academy Radio

lunes, 12 de julio de 2010

Iniesta acabó con la memoria

Andrés Iniesta debe estar agotado de escuchar que constantemente le formulen un perfil subjetivo, propio de una primera impresión. Aquella que a ratos engaña y sin prudencia le da la espalda a los firmamentos de la realidad. El natal de Fuentealbilla, ya debe de estar cansado de frecuentar en las secuencias imaginarias de quienes lo colocan en una oficina elaborando un método de trabajo antes que participando dentro de un concepto de juego tan bien practicado, donde con espacios va ganándose el puesto de gerente general, el elegido para distorsionar la monotonía del asunto y proponer cambiando de velocidad un encuentro, para, a continuación, relacionarse con cuanto socio se ofrezca como posible mejor receptor. Es que el estudiante de ciencias de la actividad física y del deporte, realmente debe de estar saturado de coincidir con todos los atributos que condensa un hombre de hogar, sin revoluciones emocionales, humilde cuando es expuesto, públicamente, y poco acreditado para protagonizar una noche tan complicada de asimilar y enloquecida como la que todo el mundo evidenció en el Soccer City de Johannesburgo.

“Es el mejor jugador que tiene ahora España, el más completo. Cuando no está en el campo lo echo de menos.” No hace falta que lo argumente Xavi. Entablan en el gramado el mejor de los idiomas del fútbol. El más continuo, dinámico y armónico. El de siempre, con puntadas modernas. Como próceres, serán recordados conjuntamente en la eternidad. Ambos, no solo marcaron un estilo de juego fabuloso, sino que lo defendieron a muerte. A capa y espada se rodearon bien y desafiaron con control, regate y toque a esa fuerte ola detractora, que propone como norma chocar antes que pasar. Que insinúa cortar antes que desequilibrar. Que intentó matar al más lindo de los juegos con una primera ronda que, sin duda, daba para entrar a llorar; para extrañar a los artistas y quemar de una buena vez los duros sistemas tácticos. Pero apareció España. En verdad no apareció, siempre estuvo. La derrota ante Suiza sobrepuso al resultado escoltando a la clase. Y quien sabe si, en efecto, fue el soporte ideal para enfrentar el mundial de otra manera. Para quitarse de encima el único peso en contra que poseían al empezar la copa, el favoritismo, y echarse a jugar en busca de su más grande ilusión: su primera copa mundial.

Contra Holanda no fue un partido sencillo. Encontraron regularidad posesiva como ante Alemania, pero no supieron atacar con claridad. Controlaron el cuero como de costumbre, pero por el terreno al que lo quisieron llevar los holandeses. Como Paraguay o Portugal, Van Marwick entendió que había que prevenir la obsesión de los de Del Bosque por dañar, restándoles profundidad e inquietando al rival cuando este se descuide en el fondo. Sneijder leyó con aciertos su función. Robben también, pero no la aprovechó. Un inmenso Casillas lo frenó. Los ex Madrid, jugadorazos. Cracks. Pero España mereció más. Sin Xavi prolijo en los pases entre líneas, Sergio Ramos tomó la posta por la derecha. Alocado como durante todo el mundial, aunque notable. Tiene un corazón gigante el sevillano. Por izquierda estaba Iniesta, muy solo sin Xavi. Hasta que lo halló, pero en otro cuerpo y alma. La entrada de Fábregas se consumó en una delicia para el 6. Del Bosque lo invitó a cenar caviar con su entrada. Se confabularon de maravilla y así lastimaron a los naranjas. Primero Andrés sirvió a Cesc en el 95, quién no facturó, y luego invirtieron roles. El aún jugador del Arsenal se encontró un balón en la media luna del área y sin marcas se la entregó al del Barza, que con tiempo y espacio venció a un magnifico Stekelenburg. A quemarropa no hubo lugar para la proeza. Al igual que en Stamford Bridge corrió para festejar a ese lado del campo, se sacó su revalorizada camiseta azul y trajo a escena a su recordado amigo Dani Jarque. Demostró que todavía lleva en el corazón a su compañero de inferiores y lo inscribió a tiempo como el jugador 24.

Quizás, César Luis Menotti emitió un doble sentido cuando aseguró que Iniesta es el mejor jugador del planeta, a pesar de su aspecto físico de “oficinista”. Pues el centrocampista administra la pelota como pocos y tiene la decisión entre ceja y ceja. Junto a Xavi, es el profesional con mejor visón periférica del mundo. Entre tanta objeción, sentenciaron probando que todavía se pueden lograr objetivos jugando al fútbol. Con su tanto, Iniesta situó en la gloria a la mejor generación de jugadores que dio la madre patria. Iniesta arrodillado con lágrimas de felicidad y alzando brazos al cielo identificó a todo un país, cuando acabaron los más de 120 minutos de juego. Iniesta cerró números para confesar que este deporte sigue siendo un arte. Iniesta marcó el gol más importante en la historia de España y rayó la última línea de una estrella, ahora, inmortal, arriba del escudo español. Iniesta rebautizó a Holanda como el eterno campeón sin corona, con el respeto que se merece su ex presidente de honor, Johan Cruyff. Iniesta rompió con la ley del favorito; aquella que le arruinó el sueño a tantas grandes selecciones. Iniesta alzó su voz para decir que el fútbol nunca más tendrá memoria.