Red Bull Music Academy Radio

martes, 27 de octubre de 2009

Trompeta, picardía y una nueva sinfonía

Concordaron, inesperadamente, en el once que Reynoso eligió para contrastar la pobre imagen que mostró su equipo en la incontrastable ciudad de Huancayo. En un dibujo donde la táctica y los nombres propios variaron por el intocable método de las rotaciones, las garantías que dio Solano a doce pasos del arco coincidieron con la picardía de un joven que complementó la especialidad de la casa, con una notable definición de experimentado.

Raúl Ruidiaz no solo oculto sus evidentes 19 Julios y monedas bajo ese dorsal 9 que, generalmente, lleva el jugador grandote, sino que esa notable acción donde se acomodó a su perfil y definió con balón en curso nos mostró algo más que un clásico encerador del montón. De esos que aparecen cada vez más en el fútbol de hoy. Al disparar con categoría y de media distancia, nos invitó a creer que no solo es capaz de dañar en el área. Al decidir por esa resolución, se quitó una mochila llena de miedo que cargaba por sus cortos minutos en primera y sorprendió como lo hace su mamá cuando lo pone frente a ese tan preferido arroz con pollo casero. Luciendo ese color crema que lo arropa desde que llego al club a los 8 años, encontró ese espacio que tanto estaba buscando y con el gol, o golazo diría yo, pareció un militar antes que un debutante por su poco pelo.

Quien lo asistió y evadió esa nostalgia que con voz baja le susurra al oído que todo tiempo pasado fue mejor fue, justamente, Ñol. Sus 34 años e incontables aciertos a balón parado le prohibieron temblar en lo mínimo ante las incesantes palabras del portero Rodríguez. Solo le sacaron sonrisas, lo desafió observándolo antes de cada ejecución y se la mando a guardar en 2 ocasiones de 2. Efectividad perfecta. Primero a un palo y luego al imposible. Los años le podrán restar otras facultades, pero ese toque de maestrito seguirá siendo inquebrantable al tiempo. Sin embargo, el 24 de Universitario fue más que solo dos penales. Con solvencia para trasladar rápido el balón y mandar el juego a los lados, nunca desentonó. No se llenó de pelotas y se compenetró como cuando hace correr los vientos de su trompeta para acompañar una buena banda de salsa.

Al final nos enteramos que Ruidíaz no quiso hacer un gesto militar. Él, a diferencia de Solano, no prefiere la salsa. El joven crema baila y escucha bachata, aunque para esta oportunidad quiso emular a Michael Jackson, como en aquella tarde de Junio cuando le anotó a la San Marcos jugando para el América de Cochahuayco, por el campeonato de 2da división. Después de marcarle al Melgar, su compañero en la última concentración, Carlos Galván, se bajó unos años y como un niño requirió su talento. Claro está, ahora sin la pelota. Cada una de sus presentaciones se están convirtiendo en una aventura, como la bachata que suele escuchar. Aquella no usa trompeta, pero en la cancha, bachata y salsa se complementan a la perfección. Ruidiaz puede encontrar en Ñol quien lo ayude a crecer futbolísticamente mediante sus servicios, mientras Ñol puede haber encontrado en ese chico desequilibrante quien enaltezca sus pases para conseguir ese objetivo, que equilibre el final de su carrera. Y por tanto un integrante más que aporte en esa sinfonía, que solo se escucha bien cuando se cumplen los triunfos.