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domingo, 6 de diciembre de 2009

Traigan más vino porque les sobran copas

Dicen que un buen vino nunca muere. Lo refuerza el poder de la eternidad. En estos tiempos y en busca de una página más para ensalzar sus respectivos libros, Universitario y Alianza Lima tampoco. Se encuentran más vivos que nunca. Ambos, disputarán una final después de diez años en la que se prohíbe rotundamente caer. Por ahora, solo los perturba el éxito; esa sensación que selectamente adquieren los grandes. El fracaso no se asoma ni siquiera en un sueño ciego. Serán dos partidos a muerte, entre dos escuelas con propuestas distintas. Uno dispone la defensa más solida del campeonato, el otro al mejor jugador. Los cremas frecuentan buena circulación de balón, mientras los blanquiazules mucho compromiso entre líneas. De no sentenciarse en dos citas, que seguramente poco tendrán de amorosas, pasaremos a la guerra. Una batalla a la que nadie tiene pensado llegar.

En los bancos, tendremos a dos técnicos ganadores que no se alejan de sus líneas resultadistas y, ante todo, exigen mucho compromiso a sus jugadores. Triunfar está por encima de cualquier aplauso. Claramente, convergen en el estilo de juego. Reynoso es más rígido con sus planteamientos y trabaja en base al sistema a emplear. Costas, se acomoda a lo que tiene y no altera mucho su oncena. En el campo, viven los encuentros de manera distinta. El argentino pareciera que pusiese su alma en juego en cada enfrentamiento, mientras el peruano también lo vive intensamente, pero con menos efusión.

Si bien parece una armonía total cuando Alianza encuentra espacios y deslumbra Montaño, todo se puede volver un caos si el balón no le llega con facilidad y sus delanteros ven el blanco de color negro. El veinte victoriano, está destinado a dejar como mínimo dos pelotas claras de gol por partido. Para su bien, sus clientes actualmente están disfrutando del servicio por excelencia que brinda el colombiano. Hoy, el gol les sonríe. Al pensante grone, le atinaron en los últimos encuentros tanto Velásquez como Aguirre, pero habría que abrir un expediente y culpar a la cúpula de puntas que durante toda la campaña erraron definiciones increíbles y quién sabe si, por tanto llevar sus manos a sus cabezas, el clásico “volveremos, volveremos” se hubiese entonado algunas semanas atrás. Es un temor que en el momento de la verdad se debe alejar.

En la “U”, el tramo final del campeonato prefieren manejarlo con cautela. Las abultadas goleadas, que antes no se daban, prefieren mirarlas de reojo. Saben que lo suyo es el juego precavido, equiparado y esa dinámica con la que tanto insistió Reynoso y hoy florece. Sin embargo, están llenando la canasta y anotar siempre será bienvenido. En el fondo, a pesar de las rotaciones aplicadas a lo largo del año, no caben dudas que entre Galván y Galliquio se elegirá al mejor central del campeonato. El “negro” es el referente que tiene Universitario y quien ordena la zona posterior, mientras “Tyson” debe haber jugado su mejor campeonato en el Perú. Ambos, se complementan a la perfección y son el corazón de una defensa que difícilmente se desordena o queda mal parada.

Los clásicos son para jugadores de sangre. Aunque igualmente para aquellos que los desafían con ingenio. Fantasía. Si bien dan lugar para el talento, también puede asomarse lo inconcebible. Lo ilógico dentro de un deporte que cada vez tira menos para lo lógico. Por eso es tan lindo. Quién sabe si nuevamente un centro nacido del tocado botín derecho de Solano, traiga abajo el trabajo más ensayado por Alianza en la semana: la pelota parada. O peor aún sería si “Ñol” despierta su especialidad, rompiendo un partido que se tornó cerrado, y con un tiro libre tape los pocos que vio entrar esta campaña. Porque no un nombre escondido y poco escuchado en los últimos días, como el de Alexander Sánchez, pueda tomar fuerza y hacer honor a su apelativo, robándose el show como en algún momento lo hizo “Wally”. Tampoco hay que olvidar a Piero Alva. El “Zorro” es el máximo artillero que tienen los cremas en clásicos en la actividad y no cometan el error de descartar que pueda volver a dejar su marca. Recordar es volver a vivir y la perla de Henry Quinteros en el 2003, pocos la olvidan. ¿El pato volverá a nadar en el cielo? ¿Se repetirá el cuento del 1999? ¿Costas seguirá siendo sinónimo de copas en el Perú? ¿Quién sabe?

La mesa ya está servida. Solo falta optar por un buen vino. Blanco o tinto. Usted descorche el que quiera y goce de un fiesta que téngalo por seguro será un partido aparte.