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domingo, 23 de octubre de 2011

Engaño al código penal

Por estos días, picar el balón a 12 pasos del arco evidencia ser la seducción más grande que encuentra un futbolista a la hora de ejecutar un penal. Lo demostró Roberto Ovelar cuando, sin temor alguno, desafió a un desencajado Diego Penny en la victoria de Alianza, el sábado pasado en Matute. Justificando que repetir un penal no siempre es un martirio. “Una pinchadita a veces alivia un segundo desafío”, reveló el atacante blanquiazul al enfrentarse al mar de micrófonos que lo aguardaron culminado el duelo.

La posta la tomó Raúl Ruidiaz, pues en uno de los momentos de mayor drama en la definición de Universitario frente a Godoy Cruz por la Copa Sudamericana, decidió por lo épico y reforzó aquel rótulo de “sinvergüenza” con el que Markarián, meses atrás, lo había calificado. Si antes el mundo entero sucumbía al mirar tremendo riesgo, actualmente parece ser tan común como una terminación de chalaca o taco de cara al gol. Sin duda, una decisión que sigue exponiendo al engaño como el arma más letal que conserva el fútbol.

Es una constante que cada vez que alguien opta por tal resolución, se comente de un disparo a lo Zinedine Zidane o a lo Sebastian Abreu. Sin embargo, pocos conocen lo profundo de este asunto y se abstienen a abrir el libro, pues en realidad, quién tuvo la osadía de inventar este penal suicida, allá por el año 76, fue el checo Antonin Panenka. En la final de la Eurocopa, batió de forma inédita a un aturdido Sepp Meier, para colocar a su país en la cima del continente. “Esta idea la trabajé durante 2 años. Asumiendo que el portero decidiría por uno de los 2 palos, pensé que una parábola lenta por el medio sería imposible para cualquier arquero”. Con ese concepto selló la creación que aún lo mantiene vigente en numerosas transmisiones de fútbol.

En el Perú también se tomaron las medidas. Mayer Candelo, mientras permaneció en el torneo peruano, solía patear penas máximas con raíces europeas. En el juego que decidió el campeonato apertura 2008, dejó los nervios a un lado y resolvió la situación a su manera. Vale recordar que luciendo los colores de la Universidad de Chile, el colombiano le obsequió un campeonato al Colo Colo de Borghi, cuando Claudio Bravo le atajo un más que avisado intento. No solo fue el hombre de las portadas al día siguiente, sino que esa decisión lo marcó de por vida.

Al igual que el colombiano, el brasileño Leandro Franco, hace pocas fechas, se llenó de eso que solo tienen los hombres y sentenció la parábola. Aquella anotación bautizó a Penny, este año, en lo que respecta a penales picados- Carlos Zegarra (Juan Aurich) y Mario Leguizamón, también arriesgaron en el actual torneo. Por nombrar a algunos más, el juvenil Carlos Áscues de Alianza Lima se animó en la semifinal de la Copa Libertadores Sub 20 ante los cremas, disfrazándose de cualquier cosa menos de defensa central. Uno que no podía quedar relegado es Sergio Leal. El uruguayo en un Cristal – Universitario del 2005, de forma exigida vacunó a Juan Flores y lo festejo con algo más que el corazón.

Dicen que penal bien pateado es gol. Para un sangre fría como Alessandro Del Piero, la sutileza y la colocación firman la perfección. A Maradona nada lo consolaba más que poner la bola a un lado, esperando que el portero se tire hacia el otro. Mientras Batistuta nunca puso su trabajo en juego y siempre aspiraba a romper el arco. Sin duda, lo de Panenka es un caso aparte. ¿Irresponsabilidad, coraje, poca sensatez o confianza? Quizás, una pizca de cada condimento. Lo cierto es que hay que estar presente a 12 pasos de un arquero para saber si el engaño puede darle al futbolista esa convicción, que lo impulse a cometer lo que para muchos continúa siendo una locura.

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